jueves, 22 de diciembre de 2011

Los salones nocturnos

- En especial, ese dedo… Le dije al tipo negro.
Y el tipo negro se lo cortó, de un golpe seco, dado con buen gusto y sabiduría.
La victima (de cuyos ojos llevo siempre un grato recuerdo) solo atinó a dar un salto con gracia, y después, viendo su propia sangre deformando el piso de mármol lustrado, se desmayó.
Deje que el tipo negro y el “Blindado” limpiaran con trapos el piso que tanto me gustaba, y me senté a ver el dedo.
Lo miré detenidamente (el tipo negro y el Blindado jugarían con el resto del cuerpo hasta deshacerlo, como en el pasado, como en el futuro).
Lo di vueltas viendo su uña, el color grasiento de su esmalte, y el hueso blanco que sobresalía en donde el filo había cortado.
Lo guardé en una bolsa color Mendieta y le dije al tipo negro que me consiguiera otra victima.
Ahora, se me antojaba jugar con un testículo pequeño, solo importaba que fuese pequeño.
El tipo negro asintió y me quede en mi sillón favorito, esperando.

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