miércoles, 18 de mayo de 2011

Llamado Telefónico

Me costó conseguir su número.
Marqué tembloroso.
Del otro lado, sentí que algo universal se ponía en movimiento; un interminable sonido que llamaba desde el cielo para que la tormenta se desatase y crezcan los relámpagos, y se iluminen las inflables nubes…
-Hola…
No contestó. Es su voz. Tu voz. La voz de ella. Mi voz. Tantas voces recreadas detrás del firmamento, en los recovecos mudos de un cielo mortuorio…
- Hola; sos vos?
- Hola, contesto con llagas en la voz… Como supiste que era yo?
Ella todo lo sabe, todo lo intuye, todo lo supone…
- Me imaginé, dice con candor… Pero, ya han pasado nueve años…
- Pero, ya pasó mucho tiempo desde la última vez…
Esa ultima vez del desfiladero, de la santificación de los héroes, del laberinto mudo del sacrificio…
- Como estas?
Me ayuda en el silencio su voz, infinitamente más poderosa…
- Bien, le digo, extrañándote…
- Porque vos queres…
Me observa desde lo alto de su montaña.
Yo, desde mi llanura, asiento apesadumbrado…
- Tengo una deuda con vos, le digo minimizando el dinero prestado y no devuelto…
- Si, creo que si; faltan algunas cosas…
El inventario es el siguiente: un candelabro con incrustaciones de jade, una pequeña urna de oro macizo, una deidad de marfil, dos o tres gaviotas de alabastro, y restos del mar visto desde la primavera boreal. Un inventario canallesco, por decirlo con simpatía…
- Te debo ciento cincuenta pesos, digo con voz entrecortada…
- Si; y todo lo demás? observó ella con la sabiduría intacta.
Me estremezco. Me siento un bandido al que han pescado justo en el momento de cruzar la frontera…
- Y vos como estas?
Trato de cambiar mi situación obviando lo demás y pasando hacia la habitación del alma…
- Bien. Pero, porque desapareciste?
Su voz cambió. Ahora parecía terrenal, arbórea…
- Me pareció que vos le dabas demasiada importancia a lo material, y desechabas lo otro…
- No. Su voz se tornó espesa. Me pareció que vos no ibas a cambiar; devolverme la plata y lo otro, hubiese sido lo justo…
El cielo ahora era un hervidero de ruidos magnéticos, cantos y sitios iluminados velozmente…
- Además, el que desapareció fuiste vos…
Allí perdí la noción de si era mi voz o la voz de ella la que decía esto ultimo…
- Mirá, es mejor que dejemos todo como esta; dijo ella sin alongar un ápice su distancia…
- Si; murmuré en retirada…
- Algo más… dije… Tengo un poema para vos, lo queres?
- Si, dijo… Anda a la ventana y déjalo volar. Si toma esta dirección seguro lo voy a recibir, dijo entusiasmada y frágil…
- Bueno, adiós…
- Adiós, sentí en la distancia…
Luego, abrí la ventana y comencé a leer.
Cada palabra abría sus alas y desaparecía en la oscuridad. No pude saber que dirección tomaban, pero por la tormenta que amainaba y las nubes disipándose, creo que habían tomado el camino correcto…

1 comentario:

Marión L. dijo...

Creo que esas palabras... tomaron el camino correcto